De la mano de Jason Reitman, el director de Juno, se estrena este viernes en las salas españolas Up in the air, la última película protagonizada por George Clooney, y de la que ya os adelantamos algo el pasado mes de diciembre.
La historia se centra en Ryan Bingham (George Clooney), un especialista en recortes financieros y consumado viajante de negocios moderno que lleva mucho tiempo contento con su despreocupado estilo de vida, viviendo por toda Norteamérica en aeropuertos, hoteles y coches de alquiler. Pero cuando comienza a sentirse atraído por una simpática compañera de viaje (Vera Farmiga), su jefe (Jason Bateman) -animado por una joven y advenediza experta en eficiencia (Anna Kendrick)- le amenaza con destinarlo a un puesto fijo. Será entonces cuando Ryan comience a meditar sobre lo que puede significar el tener un hogar de verdad.
Jason Reitman comienza, con esta cinta, a asentarse en la industria cinematográfica hollywoodiense, tras demostrar que tiene un talento especial para tomar antihéroes provocativos (un miembro de los grupos de presión pro-tabaco en Gracias por fumar y una adolescente embarazada en la oscarizada Juno) y contar historias profundamente humanas. En el caso de Ryan, su trabajo resulta de lo más desagradable (debe despedir a la gente cuando las empresas deciden reducir su plantilla), pero aún así resulta encantandor.
Pero Up in the air supone, también, una crítica a nuestra mediatizada sociedad marcada por las redes sociales. "Creo que es algo que nuestra sociedad está empezando ahora a experimentar. Todos utilizamos nuestros móviles y el Twitter y los mensajes, y parece como si estuviéramos más conectados que nunca, mientras que, en realidad, la gente ya no se mira mucho a los ojos, y tenemos menos relaciones de verdad. La vida de Ryan en los aeropuertos es una metáfora de eso. Uno puede ir a cualquier aeropuerto del mundo y saber al instante dónde se encuentra todo: tienen los mismos restaurantes, las mismas tiendas, los mismos periódicos. Nos sentimos cómodos en todas partes, y sin embargo ningún lugar parece nuestro hogar. Estamos tan globalizados que hemos perdido ese sentido de comunidad local", comenta Reitman.
En cuanto a la dirección artística, cabe destacar la labor de Steve Saklad, que tan sólo contó con cinco escenarios diferentes para recrear veinte ciudades distintas. De hecho, fue capaz de construir cinco ciudades en un mismo edicio. "Pasábamos de un piso a otro, de una escena a otra, y cruzábamos literalmente el continente", añade Reitman. Además, la película está muy bien conectada con la actualidad, ya que las ciudades a las que Ryan viaja para realizar sus recortes de plantilla fueron escogidas precisamente porque en ellas se han producido este tipo de medidas en los últimos meses.
También en el vestuario se cuidan al máximo los detalles. “Ryan está obsesionado con todas las cosas veloces y eficientes, y nada es más eficiente que unos zapatos sin cordones. Sus zapatos son ideales para los aeropuertos y le hacen pasar rápidamente por el detector de metales, afirma Danny Glicke, el diseñador de vestuario del film.
Se trata, al fin y al cabo, de una película acerca de la sociedad occidental actual, de las relaciones personales, la inminente necesidad de la rapidez y la velocidad, de que todo sea al momento. El mundo del fast food y la fast life.
La historia se centra en Ryan Bingham (George Clooney), un especialista en recortes financieros y consumado viajante de negocios moderno que lleva mucho tiempo contento con su despreocupado estilo de vida, viviendo por toda Norteamérica en aeropuertos, hoteles y coches de alquiler. Pero cuando comienza a sentirse atraído por una simpática compañera de viaje (Vera Farmiga), su jefe (Jason Bateman) -animado por una joven y advenediza experta en eficiencia (Anna Kendrick)- le amenaza con destinarlo a un puesto fijo. Será entonces cuando Ryan comience a meditar sobre lo que puede significar el tener un hogar de verdad.
Jason Reitman comienza, con esta cinta, a asentarse en la industria cinematográfica hollywoodiense, tras demostrar que tiene un talento especial para tomar antihéroes provocativos (un miembro de los grupos de presión pro-tabaco en Gracias por fumar y una adolescente embarazada en la oscarizada Juno) y contar historias profundamente humanas. En el caso de Ryan, su trabajo resulta de lo más desagradable (debe despedir a la gente cuando las empresas deciden reducir su plantilla), pero aún así resulta encantandor.
Pero Up in the air supone, también, una crítica a nuestra mediatizada sociedad marcada por las redes sociales. "Creo que es algo que nuestra sociedad está empezando ahora a experimentar. Todos utilizamos nuestros móviles y el Twitter y los mensajes, y parece como si estuviéramos más conectados que nunca, mientras que, en realidad, la gente ya no se mira mucho a los ojos, y tenemos menos relaciones de verdad. La vida de Ryan en los aeropuertos es una metáfora de eso. Uno puede ir a cualquier aeropuerto del mundo y saber al instante dónde se encuentra todo: tienen los mismos restaurantes, las mismas tiendas, los mismos periódicos. Nos sentimos cómodos en todas partes, y sin embargo ningún lugar parece nuestro hogar. Estamos tan globalizados que hemos perdido ese sentido de comunidad local", comenta Reitman.
En cuanto a la dirección artística, cabe destacar la labor de Steve Saklad, que tan sólo contó con cinco escenarios diferentes para recrear veinte ciudades distintas. De hecho, fue capaz de construir cinco ciudades en un mismo edicio. "Pasábamos de un piso a otro, de una escena a otra, y cruzábamos literalmente el continente", añade Reitman. Además, la película está muy bien conectada con la actualidad, ya que las ciudades a las que Ryan viaja para realizar sus recortes de plantilla fueron escogidas precisamente porque en ellas se han producido este tipo de medidas en los últimos meses.
También en el vestuario se cuidan al máximo los detalles. “Ryan está obsesionado con todas las cosas veloces y eficientes, y nada es más eficiente que unos zapatos sin cordones. Sus zapatos son ideales para los aeropuertos y le hacen pasar rápidamente por el detector de metales, afirma Danny Glicke, el diseñador de vestuario del film.
Se trata, al fin y al cabo, de una película acerca de la sociedad occidental actual, de las relaciones personales, la inminente necesidad de la rapidez y la velocidad, de que todo sea al momento. El mundo del fast food y la fast life.
No hay comentarios:
Publicar un comentario