jueves, 13 de mayo de 2010

"Siempre hay tiempo", una deliciosa historia para todos los públicos


Como os comentamos el martes, la semana pasada tuvimos la oportunidad de ver la película Siempre hay tiempo, ópera prima de la directora sevillana Ana Rosa Diego, en el pase de prensa organizado en Sevilla. Una oportunidad que, sin lugar a dudas, nos alegramos de haber aprovechado.

¿Y por qué nos alegramos tanto? Pues la razón es bien sencilla, porque Siempre hay tiempo es una de esas películas que -simplemente- hay que ver. En los últimos años, el cine español nos ha venido demostrando que es capaz de superar las barreras iniciales que muchos espectadores tienen ante el cine patrio: Mar Adentro, AzulOscuroCasiNegro, Camino, Celda 211... son sólo algunos ejemplos de las buenas películas que se están produciendo en nuestro país. Mañana se estrena otra, Siempre hay tiempo, y lo hace con tal solvencia, que nadie diría que se trata del primer largometraje de Ana Rosa Diego.


Siempre hay tiempo es una historia sencilla y deliciosa, que se cuece a un ritmo ni rápido ni lento y que cuenta como principales ingredientes con una serie de personajes que consiguen aportarle un equilibrio interpretativo casi perfecto. La tristeza que podemos ver en los ojos de Héctor o de su hijo Pedro se contrarresta con la viveza de Bruno o la tremenda alegría de Clara.

Del mismo modo ocurre con la narración de este film, que consigue emocionar y hacer reír al público a partes iguales. Lo mismo nos sentimos apenados por el recibimiento que tiene Héctor en casa de su hijo que vivimos uno de los momentos más divertidos cuando los abuelos les plantan cara a los matones del instituto. Un buen ejemplo de este equilibrio entre las sonrisas y las lágrimas lo caracteriza, precisamente, la lluvia. A lo largo de la película, no son pocas las veces que Héctor debe mojarse -aunque Ana Rosa nos comentaba que el actor Txema Blasco estaba encantado-. Sin embargo, nada tiene que ver la primera mojada con la última, aquélla que comparte con la inigualable Clara.


Y es que el personaje de Clara, interpretado por la catalana Montserrat Carulla, resultó para mí el alma de este film, junto a -indudablemente- Héctor y Bruno (título original de la película). La actriz catalana consigue aportarle a su personaje una vena cómica -no prevista de manera tan resaltada- con la que consigue ganarse el corazón de los espectadores. Txema Blasco, que interpreta a Héctor, también hace un inolvidable papel protagonista por primera vez en su carrera; y Edu Bulnes (Bruno) nos demuestra que su falta de experiencia no le resta espontaneidad ni frescura a su personaje.

Mención aparte merece la música, compuesta por Michael Thomas, compositor y director de la Orquesta de Cámara Andaluza. Una música que nos transporta a otro mundo y que consigue, por sí sola, elevarnos y hacernos soñar.

Siempre hay tiempo es una película que, como os repetiremos hasta la saciedad, hay que ver. Y hay que verla por una sencillísima razón: porque nos encontramos ante buen cine, ante una película que trata con suma delicadeza a cada uno de sus componentes y que consigue llamar la atención de todo espectador, pues todos -mayores y pequeños, mujeres y hombres- nos encontraremos con situaciones conocidas en las que veremos reflejada nuestra propia vida cotidiana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La he visto y me ha encantado; he reido y me he emocionado... ¿qué más se puede pedir?

Lucía dijo...

Exacto, ¿qué más se puede pedir? A nosotros nos pareció una película maravillosa

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