Anoche vi, por fin, la película Todos los hombres del presidente, basado en la obra homónima de Carl Bernstein y Bob Woodward, que a su vez, relata la epopeya vivida por estos dos periodistas y su diario, el Washington Post, en el camino por descubrir la verdad acerca del caso Watergate, y que terminó con la inminente dimisión del Presidente Nixon. Y digo que por fin la vi porque, como estudiante de Periodismo, debería haberlo hecho hace mucho tiempo.
La película, así como la obra literaria, supone un perfecto ejemplo de la labor periodística decalidad. La búsqueda de fuentes fiables, la investigación, los tipos de fuentes, las trabas que uno encuentra, etc. aparecen perfectamente retratados en este film de Alan J. Pakula. No obstante, como suele ocurrir en este tipo de adaptaciones, puede dar la sensación de densidad si no se conoce el caso de antemano o si no se está lo suficientemente atento. Pero, a pesar de ello, el guión de William Goldman merece ser destacado, ya que no resulta fácil reducir a las dos horas un caso de tal envergadura. Quizás, se le pueda reprochar que se entretenga demasiado en la investigación inicial para, después, contarnos los titulares de meses en cinco escasos minutos. Para mi gusto, el final de la película resulta demasiado apresurado.
Sin embargo, Todos los hombres del presidente supone una gran oportunidad para acercarse, a modo de thriller (con el suspense que ello conlleva), al buen periodismo, al más puro, el periodismo de investigación seria, y presenta una reflexión acerca de la importancia de la libertad de información en los Estados democráticos actuales. Por ello, no deja de ser recomendables para todos aquellos que quieran despertar su mente e introducirse en los turbios senderos del caso Watergate.
La película, así como la obra literaria, supone un perfecto ejemplo de la labor periodística decalidad. La búsqueda de fuentes fiables, la investigación, los tipos de fuentes, las trabas que uno encuentra, etc. aparecen perfectamente retratados en este film de Alan J. Pakula. No obstante, como suele ocurrir en este tipo de adaptaciones, puede dar la sensación de densidad si no se conoce el caso de antemano o si no se está lo suficientemente atento. Pero, a pesar de ello, el guión de William Goldman merece ser destacado, ya que no resulta fácil reducir a las dos horas un caso de tal envergadura. Quizás, se le pueda reprochar que se entretenga demasiado en la investigación inicial para, después, contarnos los titulares de meses en cinco escasos minutos. Para mi gusto, el final de la película resulta demasiado apresurado.
Sin embargo, Todos los hombres del presidente supone una gran oportunidad para acercarse, a modo de thriller (con el suspense que ello conlleva), al buen periodismo, al más puro, el periodismo de investigación seria, y presenta una reflexión acerca de la importancia de la libertad de información en los Estados democráticos actuales. Por ello, no deja de ser recomendables para todos aquellos que quieran despertar su mente e introducirse en los turbios senderos del caso Watergate.
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