Cuando me dispuse a ver Marley&Me, mal traducida en España como Una pareja de tres, esperaba enfrentarme a una comedia romántica de final feliz y fácil digestión, debido especialmente a sus dos protagonistas. De hecho, comencé a verla con cierta mentalidad crítica que me hacía dudar de todo. Sin embargo, la película sorprende gratificantemente y bajo esa apariencia de banalidad absoluta se esconde un metraje digno de disfrutar.
El nuevo trabajo de David Frankel -responsable, también, de El diablo viste de Prada- versa sobre una pareja de recién casados que se muda a Florida en busca del calor. Ante la tentativa de su mujer (Jennifer Aniston) de tener un hijo, John Grogan (Owen Wilson) decide regalarle un perro, un travieso labrador que él mismo califica como el peor perro del mundo. Para los amantes de los perros, las travesuras de Marley -que es como se llama el perro- serán bien conocidas y les arrancarán más de una risa. Probablemente, no sea así para los que no disfrutan de la compañía canina, a los que les parecerán tremendamente aburridas estas escenas.
En cuanto a los actores, consiguen defender sus papeles sin grandes complicaciones. En el caso de Jennifer Aniston, se trata del rol que mejor domina y en el que más desenvuelta se la ve. En cuanto a Owen Wilson, no le supone ninguna dificultad manejar un personaje de pocas expectativas. De todos modos, sin menospreciar su capacidad de actuación, son dos papeles que a ambos les vienen como anillos al dedo.
El atisbo de calidad del film de Frankel, viene acompañado de una serie de escenas rodadas a modo de vídeo casero y en las que John Grogan nos relata con gran rapidez lo que ocurre en su vida durante ese tiempo. Un montaje que dota al film de gran dinamismo y que consigue atraer la atención del espectador.
A partir de este momento y con el crecimiento de la familia, Una pareja de tres adquiere un destacado cariz melodramático que culmina con un lacrimoso y emotivo final, capaz de provocar un nudo en la garganta e, incluso, sacar una lagrimilla, a los más sensibles. En esta segunda parte, la película narra las vicisitudes de una familia que atraviesa crisis y épocas difíciles, pero que se mantiene unida para superarlas, tal y como manda el verdadero Sueño Americano. Al final, la historia de Marley sirve para contar las vidas de aquellos que les rodean y no al revés, siendo el perro el protagonista únicamente en la primera parte del film.
Con todo esto, sólo me queda aconsejarla a aquellos que deseen pasar un buen rato. La película sorprende y es especialmente recomendable para aquellas personas que se consideren verdaderos amantes de los perros.
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