martes, 27 de abril de 2010

Crónicas de Tannhäuser: Cinema Paradiso

“No vuelvas, no escribas, no llames, hazme caso,
hagas lo que hagas ámalo como amabas la cabina del cine Paradiso”

Alfredo, Cinema Paradiso


En la historia del celuloide encontramos películas que parecen haber rozado lo inalcanzable, estas no obedecen a estilos ni países en concreto, sencillamente brotan una vez cada cinco o diez años e iluminan el camino con su estela luminosa. Cinema Paradiso es una de esas películas que perdurarán para siempre en nuestra memoria, en ella, cual cápsula del tiempo, quedaron registradas a fuego una serie de imágenes y secuencias que la convirtieron en una de las películas más maravillosas del siglo pasado.

Para conseguir lo anteriormente dicho se debe de exigir muchísimo a todos los pilares fundamentales de una producción cinematográfica, desde la elaboración del guión hasta el montaje final, intentando mantenerse en un altísimo nivel desde el principio al final del film.
No obstante, el ingrediente que hace que este film sea distinto y se note que está hecho de otra pasta es el amor, el entusiasmo y el cariño con el que ha sido realizado.

Para Giuseppe Tornatore, esta era sin duda la película de su vida. El guión lo fue escribiendo a lo largo de su vida y tuvo la oportunidad de realizarlo tras dirigir El profesor en 1986. En Cinema Paradiso pudo escribir sobre su infancia y su adolescencia en Bagheria, un pequeño pueblo siciliano del que es oriundo el director. Tras una extensa y minuciosa narración, Tornatore nos habla de su pasión por el cine, las figuras más importantes en su vida e incluso su primer amor dentro del marco de la postguerra italiana.

El gran número de personajes que se nos presentan, el profundo análisis de la sociedad siciliana que vivía lejos de los grandes núcleos urbanos y el gran talento de Tornatore como “contador de historias”, desembocaron en un torrente de éxito que lo situó (en 1988) en la cresta de la ola y le permitió llevarse el Globo de Oro, el Bafta y el Oscar a la mejor película extranjera (habla no inglesa), por otro lado, en Cannes se llevó el premio especial del jurado y Philippe Noiret consiguió el Bafta al mejor actor.



La historia arranca con Salvatore di Vita (Jacques Perrin), un famoso director de cine afincado en Roma que vuelve a su pueblo (en Sicilia) para acudir al funeral de su viejo amigo Alfredo (Philippe Noiret). Durante el viaje y mediante un larguísimo flashback, presenciaremos la vida que Totó (así llamaban a Salvatore) llevaba en el pueblo. Descubriremos que Alfredo era el proyeccionista del cine Paradiso, lugar donde se reunía casi todo el pueblo para enterarse de las noticias y ver los últimos estrenos venidos desde más allá del Atlántico. Totó, que vive con su madre y ha perdido a su padre durante la guerra, encontrará en el cine una vía de escape, un lugar al que acudirá siempre que pueda, por ello, terminará insistiendo a Alfredo para ayudarle a trabajar con el proyector. Éste, finalmente accederá a regañadientes y juntos trabajarán en el cine Paradiso, momento en el que Alfredo se convertirá en un padre para Totó. Desgraciadamente, los rollos de película de antaño eran extremadamente inflamables, cosa que provocó que durante una proyección se prendiera fuego a la cabina dejando ciego a Alfredo y destruyendo el cine. A partir de ese momento se inicia la construcción de un nuevo cine donde Totó se encargará de todas las proyecciones, sin embargo, Alfredo nunca le abandonará y siempre estará a su lado. Una vez pasada la adolescencia, Alfredo animará a Totó para dejar el pueblo y buscarse una nueva vida en la capital (Roma), lugar donde crecerá como persona y le hará progresar en su carrera. Totó se marchará tras prometerle que nunca volverá, pase lo que pase.

Cabe destacar que en aquel entonces Italia llevaba quince años sin ganar un Oscar a la mejor película de habla no inglesa, casualmente, la última en llevárselo fue Amarcord de Fellini, la hermana mayor de Cinema Paradiso. Las similitudes entre estas dos películas son enormes, desde el modo en el que se nos presenta el pueblo y sus costumbres, como también el paso del tiempo y los cambios que sufre el pueblo a ojos de los protagonistas. Sin embargo, hay una sustancial diferencia que está presente de principio a fin en Cinema Paradiso; el amor por el cine.

El film es una oda al séptimo arte, un homenaje a la magia del cine. Tornatore nos recuerda el peso y la importancia de la sala de cine, un lugar de encuentro donde la mayoría del pueblo no sólo acudía a entretenerse y pasar el tiempo ociosamente, sino también a ver a sus amigos o enterarse de los acontecimientos más recientes. El cine es el lugar donde se entremezclan las risas y las lágrimas, refugio de enamorados y también de aprovechados, un lugar que llama al silencio y a la magia, una pequeña sala de sueños. Seguramente, para los que nos dedicamos a ello, es muy sencillo identificarse con Totó, ese renacuajo de apenas 10 años que mira asombrado la pantalla y vibra con cada una de las historias que hay en ella, así comenzamos todos y al final terminamos enfermos de tanto cine (al menos en mi caso).


En base a las interpretaciones sobresale la de Philippe Noiret, seguramente la más conseguida y emotiva de toda su carrera. Su personaje, Alfredo, termina por consolidarse en esa figura paterna de la que Totó es huérfano, el amor que ambos sienten por el cine los hará inseparables. No quiero olvidarme de los dos chicos que interpretan a Totó; Salvatore Cascio, que hace un estupendísimo papel con tan sólo 9 años, algo admirable no sólo por el trabajo del chico sino por la buena mano de Tornatore al dirigirlo. El otro es Marco Leonardi, recientemente conocido por su interpretación de Diego Armando Maradona en Maradona, la mano de Dios; fallida película de Marco Risi. El papel de Leonardi, sin ser tan tierno y entrañable como el del joven Cascio, torna la película a un aura mucho más melodramática y nostálgica. Con él, Totó descubrirá el amor y también le romperán el corazón, experimentará la llegada a la edad adulta y será espectador de la decadencia del pueblo hasta el punto en el que no tendrá nada que ofrecer al protagonista.

¿Y el pueblo? El pueblo al igual que en Amarcord, es un personaje más, un caldo de cultivo en el que se entrecruzan decenas de historias protagonizadas por personajes variopintos. Al igual que el protagonista, todos los personajes van evolucionando, algunos para mejor, otros para peor, pero finalmente todos siguen siendo esencialmente los mismos. En él encontramos al loco del pueblo, al cura censor, el rico, el maestro, la prostituta, una gran variedad de personajes que dotan a la historia de una personalidad única, un microuniverso que tiene el cine Paradiso como núcleo.

La película, como la vida misma, no sería igual sin su música. Otra vez más, Ennio Morricone nos regala una de las mejores piezas musicales que se hayan registrado en el celuloide. Sinceramente no tengo mucho que decir sobre ella, no sabría como definirla, sólo podría expresarme mediante tontas palabras grandilocuentes, así que prefiero callarme y recomendaros que sencillamente la escuchéis. Mítica.

Cinema Paradiso es una película sobre la vocación, sobre los sueños de la infancia, el aprender un oficio, amarlo y respetarlo hasta el último día de tu vida. Y eso es el cine señores, para los que nos dedicamos a ello sentimos que en ocasiones nos da muy poco, de hecho, incluso nos arrebata muchas cosas, sin embargo, el error estaría en rendirse, en tirar la toalla. El error estaría en olvidar que todo comenzó con un sueño que tuvimos cuando éramos unos niños.


Maravillosamente melancólica.


3 comentarios:

INMA dijo...

Me encanta esta pelicula. Es una de mis favoritas! Me encanta que la recordeis! :D

Pablo Arias dijo...

Es una de las grandes. ¡Recuerdo que siempre podéis proponer alguna! ¡Para eso estamos!

Anónimo dijo...

Gran película sin duda. Una de las mejores que he visto.
Me ha faltado algún comentario sobre el final. Un final tan magnífico que puede llegar a hacerte llorar a lágrima viva es digno de mención.

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