¿Qué es la luz sin la oscuridad?
El señor de las tinieblas, Legend
Se dice que Barry Lyndon (1975) era el preludio de Napoleón, biografía que Kubrick quería trasladar a la gran pantalla al precio que fuera, sueño que persiguió durante toda su vida y que terminó por convertirse en su gran fracaso al no lograr jamás una financiación que le ayudase a producirla. Por otro lado, Bienvenido Mr. Chance (1979) se convirtió durante más de un lustro en la obsesión de Peter Sellers, considerándola la película en la cual haría el papel de su vida, no obstante, el éxito entre el público fue más bien contenido, cosa que hundió a Sellers en una profunda depresión, enclaustrándolo entre cuatro paredes y un mar de somníferos. Tal fue su esfuerzo y sacrificio por el film, que pocos meses después de su estreno nos dejaría tras un fulminante ataque al corazón. Por contra, Terry Gilliam no tuvo la suerte de ver completado su sueño, y tras el cúmulo de desgracias que truncaron su ambiciosa The Man Who Killed Don Quixote, puso pie y medio fuera de la industria, dejando su carrera al filo del abismo. Lo único bueno que pudo rescatarse fue Lost in La Mancha (2002), documental sobre como no pudo rodar la película (o como no rodar una película); la buena noticia es que actualmente ha vuelto a abordar el proyecto y se espera que esté listo sobre el 2012 si es que no se ha acabado el mundo.
Hay muchas historias sobre los sueños de músicos, directores, guionistas, escritores o pintores que han anhelado tocar el cielo con la yema de sus dedos, buscar la historia exacta y mostrarla al mundo en el momento exacto con la intención de hacer tambalear los cimientos que sustentan la industria, la moda o el movimiento artístico con más protagonismo en la época. Muchos de esos personajes trabajaron durante toda una vida para ver cumplido su sueño, en el caso del cine, el de sentarse en una butaca y ver en la gran pantalla el resultado de su historia, la historia de sus vidas, la historia que hizo que se dedicaran en cuerpo y alma a su sino. Como podéis comprobar en los ejemplos que expuse en el inicio, no todas salieron como se esperaba, y es que ese es un riesgo que se ha de correr.
Antes de rodar Los duelistas (1977), Ridley Scott tenía la idea de rodar Tristán e Isolda, no obstante, tras el estreno del film abandonó su idea debido a las dificultades que planteaba tan magna producción. De todos modos, hubo una idea que no abandonó y era la de crear un film artístico, cuidado hasta el último detalle, distanciado del producto estándar, una rareza experimental. Dado el poco mercado que tienen este tipo de films, continuó trabajando con Alien (1979) y Dune, pero la desgracia tocó a su puerta con la repentina muerte de su hermano mayor, hecho que le hizo abandonar en proyecto de Dune y desaparecer del circuito durante largos meses. Su vuelta al ruedo la hizo con el accidentado rodaje de Blade Runner (1982), aunque sus ojos seguían puestos en su anhelado e impracticable proyecto. Durante el rodaje contactó con William Hjortsberg, guionista de films fantásticos de serie B, amante de hadas, elfos y demás criaturas cercanas a los mundos de Andersen o los hermanos Grimm. Scott sólo le dijo: “Tengo la vaga noción de algo mágico y puro que pervive en los unicornios (obviamente) y de un ermitaño que se convierte en un héroe de cuento”. Poco después de la conclusión del rodaje tuvieron un guión preliminar que a ojos de Scott era “carísimo, enorme e inviable”, palabras del mismo Scott. Pasó más de medio año y reescribieron el guión más de 15 veces con la intención de economizarlo, sintetizarlo y mejorarlo al mismo tiempo.
El guión no fue sencillo de vender. Primero fueron a Disney, donde lo rechazaron por su inquietante ambiente oscuro, sombrío y tenebroso, aunque si que le reconocieron la influencia en el film de películas como Blancanieves y los siete enanitos (1937), Pinocho (1940) o Fantasía (1940). Finalmente fue Universal quien terminó por financiar en loco proyecto de Scott, poniendo sobre la mesa 30 millones de dólares, una cantidad enorme tratándose de 1982.
El rodaje fue accidentado (siendo generoso), al igual que con su predecesora Blade Runner. Scott comenzó a labrarse una mala fama de la cual tardaría en desprenderse, sobre todo al prolongar el rodaje de film nada más y nada menos que en tres años, haciendo que el total de la producción abarcara desde el 1982 hasta el 1985. Además, el director se vio incapaz de rodar en los exteriores de California ya que era imposible controlar la luz y los espacios, por lo tanto, pidió al estudio que le proporcionaran un plató. Tras tres meses de duro trabajo, los escenógrafos tuvieron terminado un bosque entero, perfecto e ideal para dar comienzo al rodaje, pero desgraciadamente se incendió, destrozando más de la mitad del set y del material de fotografía. Todos los contratiempos que sufrió Scott le llevaron a improvisar sobre la marcha, obligándole a salvar el film en el montaje.
La película se estrenó en 1985 con una jovencísima Mia Sara como estrella en el cartel junto a un imberbe Tom Cruise. No hace falta decir que fue un fiasco, que los 15 millones que recaudó fueron insuficientes, que la carrera de Scott en EUA corría grave peligro y que Legend se convirtió en uno de los mayores fracasos de los 80.
La historia es simple, lineal, facilona e infantiloide. La princesa Lili (Mia Sara) es una ingenua y mimada chica a la que le encanta pasear por el bosque. Aunque de buen corazón, su arrogancia y sus ganas por romper las reglas le llevan a adentrarse en el bosque para encontrarse con Jack (Tom Cruise), un solitario personaje que vive en el bosque al más puro estilo Mowgli. Mientras tanto, El señor de las tinieblas (Tim Curry) intentará extender la oscuridad por el mundo matando al último unicornio que queda sobre la faz de la tierra. Casualmente, los esbirros del señor de las tinieblas se encuentran con Lili, a la que apresan y llevan hasta su fortaleza. Jack intentará salvarla con la ayuda de varios amigos del bosque.
No hay más, no busquéis subtramas, no busquéis complicaciones, no busquéis nada más. Es sencillamente un cuento, “Yo quería hacer un “Érase una vez”, ni más ni menos” fueron las palabras de Scott al respecto. Legend es la típica y tópica historia entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la eterna e incombustible confrontación de antónimos. Igualmente, gran parte del metraje se tuvo que sacrificar debido a los contratiempos que hubieron durante el rodaje, como también las limitaciones de producción, ya que el incendio provocó que se tuviera que reconstruir casi todo el set, y rodar nuevas escenas de diferente manera, cosa que encareció ostensiblemente la película.
Pero aún así, Legend es maravillosa en muchísimos aspectos. Con el paso del tiempo la película ganó muchísimos enteros, reclutando un amplio ejército de fans a sus espaldas y encumbrándose merecidamente como una de las películas de culto más importantes de los ochenta (ese tipo de películas que se quedan a medio camino entre la mediocridad y la obra maestra). Sólo hace falta visualizar los primeros minutos del film para darse cuenta del paso de gigante que Scott dio con respecto a la fotografía y la experiencia visual. El director de fotografía, Alex Thomson, incorporó a la película su amplio bagaje como fotógrafo de películas de época y fantasía, otorgándole al film un aura onírica dentro de unos parajes bucólicos y fabulosos (muy similares a los de En compañía de lobos, realizados un años antes). Uno de sus grandes trabajos fue Excalibur (1981), el cual le abrió las puertas para trabajar en Legend y seguidamente en films tan emblemáticos como Dentro del laberinto (1986). El avance visual que se consiguió con Legend podría decirse que se alcanzó a mediados de la primera década del 2000, pudiéndose confundir aún hoy en día con una película actual, aunque obviamente, la evidencia canta en muchos momentos. Por otro lado, otra faceta criticadísima del film fue el ritmo de la narración, algo que sinceramente creo que no hubiera sucedido si la película se hubiera estrenado hoy día, sobre todo por la tendencia actual de narrar cada vez historias más lentas con largos preludios e introducciones.
El look de Legend creó escuela dentro del género de la fantasía en los ochenta (junto con La historia interminable (1984)), exportando un amplio número de criaturas, inspirando parajes tanto inhóspitos como idílicos, marcando una pauta estilística incluso en la estructura de la historia o el carácter de los personajes. Aún habiendo sido un fracaso, en los años venideros surgieron un gran número de films de idéntica índole, de los cuales destacaría La princesa prometida (1987) o Dentro del Laberinto (1986).
Concluyo sin olvidarme de mencionar la especial y magnífica interpretación de Tim Curry como Señor de las tinieblas. Su talento es esencial, sin él, la película podría ser de lo peor que se haya hecho, ya que a mi entender, las interpretaciones de Mia Sara y Tom Cruise dejan mucho que desear, no obstante, se acoplan a lo que requiere la narración, sin trabarla ni mejorarla.
Sin duda alguna, Legend sería un éxito en nuestros días, no sólo por lo anteriormente expuesto sino también por la tendencia fantasiosa que se ha recuperado actualmente. No es una obra maestra, pero si una película maravillosa en muchos momentos, clama al silencio y al embobamiento del espectador, te transporta a la infancia y te pega a la pantalla para disfrutar de un cuento como los que nos contaban cuando éramos niños. Quizá Scott no cumplió su sueño, no pudo hacer esa película que tenía perfectamente definida en su cabeza tal y como él quería, aunque como podéis observar es un film del que aún se habla y se sigue recordando, algo mucho más importante que los premios (y que seguro estoy que no se hará con sus últimas películas).
Onírica maravilla.
2 comentarios:
Es un cuento, y me encantan los cuentos, preciosa y punto.
Lo mismo pienso yo :)
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