La hoja de reclamaciones, por favor

Somos cinéfilos, nos encanta el cine y sentimos verdadera devoción por él. Por ese motivo, para nosotros ver una película es una especie de ritual. Cada fin de semana vamos al único cine en Sevilla que proyecta en versión original subtitulada, el Avenida 5 Cines.

Sin embargo, ayer nos sentimos profundamente decepcionados. A las 19h30 fuimos a ver Ágora, la última película de Alejandro Amenábar (que, como sabéis, teníamos muchas ganas de ver). Cuando llevábamos cerca de una hora de metraje, la imagen comenzó a parpadear y a oscurecerse hasta que llegó un momento en que las imágenes comenzaron a verse interrumpidas y la pantalla se apagó ante la estupefacción de la audiencia. Fuimos pocos los que salimos de la sala para avisar y quejarnos. Lo arreglaron, pero enseguida apareció de nuevo el mismo problema. Una vez más, salimos de la sala. Aún así, el problema persistió hasta que -de pronto- apagaron la pantalla y encendieron las luces de la sala.

Indignada, Lucía bajó a preguntar qué ocurría y ni siquiera los trabajadores del cine sabían lo que nos habían hecho. El gerente había decidido parar la proyección para solucionar el fallo técnico, pero nadie subió a darnos una explicación o a pedirnos disculpas. De hecho, como os decimos, ni siquiera sabían que nos habían parado la película y se echaron las manos a la cabeza (literalmente) cuando se enteraron.

Todo esto tuvo lugar en el momento de mayor clímax de la historia, en el primer nudo de la misma. Nos sacaron completamente de la película y nos perdimos algunos minutos de ésta debido a los fallos técnicos. Preguntamos si podrían cambiarnos la entrada para volver a verla otro día desde el principio y nos dijeron que no había ningún problema. Sin embargo, cuando solicitamos que se nos reintegrara el importe del precio de la entrada por todas las molestias ocasionadas y el tiempo perdido, nos dijeron que tendríamos que hablarlo con el gerente.

Esperamos a que el gerente bajara de la sala de proyección y le comunicamos nuestro malestar junto a otros espectadores que también salieron. Nos dijo que de ninguna manera nos devolverían el dinero y que si no queríamos ver la película otra vez desde el principio no deberíamos haber salido de la sala. Le dijimos que habíamos pagado por la calidad que se espera de un cine y que para ver una película en esas condiciones nos la descargábamos de Internet gratuitamente.


Nos dijo que, entonces, fuéramos a verla otro día y le dijimos que lo haríamos pero que eso suponía ver la película desde el principio y que, evidentemente, suponía un contratiempo para nosotros. Nos sugirió que entrásemos una hora después de que la película hubiera comenzado, cosa que no nos pareció justo porque significaba sentarse -probablemente- en primera fila.

La discusión se calentó y le solicitamos la hoja de reclamaciones pero se negó a dárnosla salvo que le entregásemos primero nuestras entradas selladas, para que así no pudiéramos volver otro día. Le increpamos que nos estaba amenazando, ya que si poníamos la reclamación no podríamos ver la película a pesar de haber pagado por ella. Tras algunos minutos más de discusión, el gerente se dio cuenta de su error y nos facilitó la hoja de reclamaciones, no sin antes mostrar cierta chulería y actitud prepotente ante nosotros. Concretamente, nos dijo que rellenásemos todas las hojas que quisiésemos, que no nos iba a servir de nada.

Indignados y decepcionados abandonamos el cine que siempre habíamos defendido y adorado por ser el único que ofrece propuestas diferentes en nuestra ciudad, pero eso sí, con nuestras hojas de reclamación rellenas y nuestras entradas selladas. Lo malo es que, al final, los que salimos perdiendo fuimos nosotros.