martes, 11 de mayo de 2010

Crónicas de Tannhäuser: La ventana indiscreta



"Lo he visto por la ventana. He visto discusiones y peleas familiares,
sospechosas salidas en mitad de la noche, cuchillos, sierras y cuerdas.
Desde anoche no hay señales de la mujer.
Muy bien, ahora dígame dónde está..."


Jeff, La ventana indiscreta


Silencio.
Estamos ante una de las películas más singulares de la historia del cine. Una película que aún estando “huérfana” de banda sonora, desarrollarse en un mismo escenario o ser una de las pocas películas de Hitchcock que no pertenece íntegramente al género del suspense, consigue establecerse en el Olimpo del celuloide como el film más hitchcockiano de la filmografía del director británico.

No es sólo una grandísima película sino también un símbolo perenne del séptimo arte. Basada en el cuento de William Irish, It Had to Be Murder. En él se nos cuenta la historia de un paralítico que sospecha de un asesinato desde su ventana, su preocupación y la curiosidad van en aumento hasta descubrir que estaba en lo cierto, cosa que le enfrenta directamente con el asesino. La adaptación que John Michael Hayes y Alfred Hitchcock hicieron de la pequeña novela difería en varios puntos de la original; el protagonista dejaría de ser parapléjico para estar invalidado por culpa de una pierna rota, también tendrá una cuidadora y una amante que no tendrá nada en común con él, sin embargo, lo más importante es que tendrá una profesión, fotógrafo.

Para Hitchcock, esta historia significaba uno de los mayores retos de toda su carrera, sabía que requeriría de muchos recursos técnicos para poder explicar la historia. El handicap del protagonista (postrado en una silla de ruedas) lo resolvió de una manera tan sencilla como magistral, haciéndolo fotógrafo, de esa manera siempre podría utilizar planos más cercanos de los apartamentos colindantes gracias al reiterativo uso que el protagonista hace de la cámara de fotos (el teleobjetivo concretamente). Gracias a este detalle, Hitchcock pudo dotar a la historia de una gran versatilidad y ritmo a un film que a priori puede parecer lento y apagado; no hay que olvidar que el protagonista permanecerá en su habitación amarrado a una silla de ruedas desde el primer hasta el último minuto del film y todo lo que veremos será a través de sus ojos.


“Si Ford fue el mejor autor de la historia del cine, Hitchcock fue el mejor realizador”, está rotunda afirmación de José Luís Garci no es gratuita en absoluto. Los procedimientos del director británico a la hora de planificar las escenas siempre estuvieron avanzados a su tiempo, por ejemplo, su afición por el storyboard, algo que a mediados del siglo pasado era una rareza, le sirvió para tener un boceto de la película antes de que fuese rodada. Todo el film caminaba bajo la batuta de un matemático montaje distribuido en tres planos: el primero es el del personaje mirando por la ventana, el segundo es lo que ve y el tercero es la reacción del personaje.

Y es que toda precaución era poca cuando se contaba con el mayor decorado de la historia de la Paramount. Para iluminarlo se necesitó de un gran número de gente y material que debían trabajar simultáneamente para crear la luz de día, el atardecer, la lluvia y la noche. El trabajo de iluminación, unido al de la dirección artística y la escenografía fueron monumentales. Se dice que entre escena y escena podían tardar entre cinco o seis horas en iluminar el set y que una vez conseguido solían dejar sin luz al estudio, el sistema eléctrico de aquel entonces no estaba preparado para aguantar la alta carga de voltaje, de hecho, hubo un incendio en el plató que retrasó el rodaje en cinco semanas.

Tras su estreno en 1954, La ventana indiscreta cosechó diversas opiniones y críticas. Muchas de ellas (la mayoría) la calificaron de; “una película horrorosa que trata sobre un mirón”, mientras que otros la catalogaban como una obra maestra. Consiguió cuatro estériles nominaciones a los Oscar que no pudieron hacer nada contra La ley del silencio, que arrasó llevándose 8 estatuillas. Aunque pasó bastante desapercibida fue adquiriendo fuerza y renombre dentro de la filmografía del maestro, convirtiéndose en carne de primera calidad en las universidades de cine y estableciéndose como un manual de ‘cómo dirigir una película’.

El argumento trata sobre un fotógrafo llamado Jeff (James Stewart) que, inmovilizado en su casa con una pierna escayolada, observa por puro aburrimiento el comportamiento de los vecinos que viven al otro lado del patio. Pronto se convencerá de que uno de sus vecinos ha matado a su mujer. Compartirá las sospechas con su amante Lisa (Grace Kelly) y su enfermera Stella (Thelma Ritter). Finalmente y con la ayuda del detective Thomas Doyle (Wendell Corey) consiguen corroborar sus sospechas, algo que el asesino (Raymond Burr) no pasará por alto.

El film es una ventana hacia la reflexión sobre la condición humana. El microuniverso creado por Hitchcock nos hace un resumen de lo que son las relaciones humanas a través de la mirada de James Stewart. El personaje de Stewart representa al mismo espectador (voyeur), desde su ventana asiste a la película de la vida de cada uno de sus vecinos. Entre ellos encontramos a los recién casados que se pasan el día encerrados en casa disfrutando el uno del otro y que finalmente terminan discutiendo, la eterna solterona (corazón solitario) que intenta encontrar el amor a toda costa y tontea con el suicidio, también el compositor solitario que busca la inspiración, la joven bailarina que acapara todas las miradas o el matrimonio de ancianos que han depositado todo su amor y esperanza en un perrito que simboliza ese hijo que nunca tuvieron. Finalmente nos topamos con un matrimonio en el cual la esposa está enferma y necesita de los cuidados de su marido. Este ya no aguanta las exigencias de su mujer y decide librarse de ella, en definitiva, la visión de Hitchcock es tan inquietante como cierta, aunque en gran medida incompatible con la actualidad, si hicieran esta película hoy en día todos los vecinos estarían viendo la televisión o en Facebook.


Por último me gustaría abordar la relación que mantienen James Stewart y Grace Kelly en el film, un espejo a la inversa de lo que sucede en la casa del asesino. La diferencia reside en que es Stewart el que está enclaustrado en su domicilio con la pierna rota. El personaje de Grace Kelly (Lisa), es la típica chica sofisticada de Nueva York que cada día lleva un vestido diferente, es una modelo preciosa y ambiciosa, con mano izquierda para manejarse entre lobos y buitres. No obstante, está completamente enamorada de Jeff, un fotógrafo aventurero que no soporta estar mucho tiempo en la gran manzana, un amante del riesgo, un culo inquieto. No hace falta decir que la relación entre ambos es imposible, sin embargo, los unirá el enigma sobre el asesinato y se intuirá un ligero cambio tanto en el personaje de Lisa como en los sentimientos de Jeff hacia ella. Desde la magnífica presentación de Lisa con un beso como pocos se han visto en pantalla, la actitud que ella tiene hacia él es de veneración, admiración, para que negarlo, de sumisión, mientras tanto, Jeff la ignora y ningunea sin importarle lo más mínimo sus sentimientos. Para muchos, el cruel trato que Lisa recibe durante toda la película ha sido tachado de misógino, aunque no es nada nuevo en Hitchcock.

Me despido aclarando que me quedaron muchas cosas en el tintero, algo imposible hablando de un film de tal magnitud. Sinceramente envidio a todas y cada una de las personas que aún no vieron La ventana indiscreta, porque en el momento en el que os sentéis a verla seréis testigos de una de las películas más brillantes de la historia, una obra de arte que con el tiempo se equiparará (si no lo han hecho ya) a un Cézanne o a un Van Gogh, una joya de nuestro tiempo que no debe pasarse por alto. Mi consejo es que la disfrutéis, porque esa primera sensación será, como siempre sucede en la vida, única e irrecuperable.

Esto es cine.



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