El próximo 21 de enero se estrena en España Carne de neón, la última película del director sevillano Paco Cabezas, quien debutó en el largometraje en 2007 con el título Aparecidos y dirigió su primer corto en el año 2000 con Invasión travesti, de la que ya hablaremos otro día. Nosotros tuvimos la oportunidad de ver Carne de neón, con Mario Casas como protagonista, en el Festival de Sevilla, pero hemos querido esperar hasta su llegada a los cines para hablar de ella.
El film Carne de neón fue concebido, inicialmente, como un cortometraje que ya compartimos con vosotros a mediados de diciembre. La mayor diferencia en el reparto, tal y como os contábamos entonces, la marcaban los actores que interpretaban a Ricky y a Pura. Mientras que en el cortometraje fuero Óscar Jaenada y Victoria Abril los encargados de darles vida, en el largo han sido Mario Casas y Ángela Molina sus sustitutos. Otros, como Vicente Romero, Dámaso Conde o Macarena Gómez, repiten en ambas producciones.
La historia se centra en Ricky, un joven criado en un entorno de delincuencia y que vive rodeado de prostitutas, yonkis y chulos, cuyo único sueño es el reencuentro con su madre Pura encarcelada cuando tenía sólo 12 años. Para su salida, Ricky le tiene preparado un regalo muy especial: un club de alterne que su madre pueda regentar para, así, dejar atrás su pasado como prostituta.
No volveremos a repetir la gran influencia de Guy Ritchie o Quentin Tarantino que se percibe en la cinta, ya que creo que han sido uno de los elementos más reiterados en las críticas a esta película. Sin embargo, es cierto que el mayor peso del film radica en su extraordinario ritmo, que no deja respirar ni un segundo y consigue mantener la atención constante del espectador, y su magnífico trabajo visual, que potencia lo anterior.
También el guión es importante, claro está, y Paco Cabezas consigue mezclar el humor con el thriller y el thriller con el drama sin que ninguno de los géneros rechine junto al otro, por lo que es fácil que como espectadores pasemos de la risa, a la sonrisa y de ésta a la tensión de plano a plano y casi sin enterarnos.
La buena dirección de Cabezas se percibe, además de en las trepidantes escenas de acción que se rodaron, en la compenetración de un elenco de actores que, a priori, puede parecer demasiado abultado, pero que cumple su misión. Aún así, frente al excelente trabajo de Ángela Molina, quien parece imposible que decaiga como actriz, Vicente Romero como el inolvidable Angelito, o de Dámaso Conde con su Infantita, flojean Mario Casas y Blanca Suárez, quienes demuestran estar muy por debajo de la media de sus compañeros. Las mejores escenas son las que ellos no protagonizan y sus personajes son los menos carismáticos, aún cuando Casas es el personaje principal del film. Una pena que se pase toda la película tratando de imitar la cara de enfurruñado de Juan José Ballesta.
Con todo esto, os recomendamos que la semana que viene no dejéis pasar la oportunidad de ver Carne de neón en el cine y lamentamos su ausencia en los Goya, porque sí, Carne de neón es cine comercial español, pero en esta ocasión es buen cine comercial.
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