jueves, 28 de enero de 2010

Crónicas de Tannhäuser: Hasta que llegó su hora

"¿Sabe usted algo acerca de un tipo que anda por ahí tocando la armónica?
¿Te recuerda a alguien?

En lugar de hablar, toca. Y cuando mejor toca, habla."
Cheyenne, Hasta que llegó su hora.


El punto y final en el western, la última gran historia, la caída de los pistoleros frente a la revolución industrial, una ópera sobre la muerte. Hasta que llegó su hora (Once Upon a Time In West) fue el final de los westerns para Leone tras los éxitos de la llamada "trilogía de los dólares" con Clint Eastwood (Por un puñado de dólares, La muerte tiene un precio, El bueno, el feo y el malo). El director italiano tenía la intención de abandonar el género para abordar una nueva trilogía llamada “La trilogía de la muerte” pero la Paramount le forzó a dirigir un último western. Leone aceptó a regañadientes pero se propuso crear una historia que pusiera un punto final a su carrera en el western, para ello dispuso de la ayuda de dos grandísimos cineastas, Dario Argento y Bernardo Bertolucci que escribieron la historia junto con Leone.

La historia trata sobre la unión entre la costa este y oeste americanas mediante el ferrocarril. Morton (Gabriele Ferzetti), magnate ferroviario, está a punto de conseguir la hazaña de unir las dos costas y para ello está dispuesto a utilizar todos los instrumentos que tiene en su poder para arrebatar las tierras que le restan para terminar de construir la larguísima vía ferroviaria. Para ello contrata a un grupo de vándalos encabezada por Frank (Henry Fonda), el cual debe asesinar a Brett McBain (Frank Wolf) para apoderarse de sus tierras, sin embargo, no cuenta con la llegada de su esposa Jill (Claudia Cardinale) que es la heredera de las éstas. Por otro lado, la alianza entre Harmonica (Charles Bronson) y Cheyenne (Jason Robards) harán que los planes de Morton acaben fallando.

Hasta que llegó su hora es el ejemplo de western por antonomasia, en ella se respira polvo, se escuchan trenes lejanos dirigiéndose a destinos desconocidos, se divisan cantinas perdidas en solitarias llanuras y humaradas de tierra levantadas por el galope de los caballos sobre las lomas de las montañas.

El arranque del film es quizás uno de los más impresionantes de la historia del cine, aquí el director nos sitúa en una estación de tren en la cual hay un grupo de pistoleros esperando la llegada de un tren. En esta secuencia siquiera hay diálogos, cada acto, por muy pequeño que sea parece ser transcendental, el tiempo se dilata y parece que los segundos se hacen minutos y los minutos horas. Destaca sobre todo el ritmo de montaje, lento, sobrio y perfecto, combinado con un magistral trato del sonido, huérfano de banda sonora y riquísimo en detalles como lo son el molino, el sonido de las botas sobre la madera, el chirriar de una mecedora o el vuelo de una mosca. Toda esta escena está dedicada a la presentación de un personaje, Harmonica, pistolero solitario donde los haya que acaba por eliminar a los bandidos que esperaban su llegada a la estación.


La película es parca en diálogos, se centra mucho en el ritmo del montaje combinado con la excelente (siempre excelente) banda sonora del maestro Morricone haciendo así que cada plano del film llame a la reflexión además de acentuar el erotismo y la cruda violencia que hay latentes durante el devenir de los acontecimientos. Para esto último hay que fijarse en la escena en la que Frank asesina a la familia McBain, sólo hay que prestar atención al momento en el que salen los bandidos entre el polvo y los matorrales para darse cuenta de que lo que estamos viendo es como decía el propio Leone; “cinemá, cinemá”. Llama la atención el papel que desempeña Henry Fonda en el film, siendo conocido como la cara bonita del cine, encarna a uno de los bandidos más crueles y desalmados del western. La atracción entre él y la cámara es inigualable, es inevitable recordar las palabras de John Ford en cuanto sale en escena; "¿Ves como camina Fonda? Eso es cine".


Leone no tenía planteado hacer este film, sin embargo es la obra magna de su carrera y un clásico entre clásicos. El abrumador éxito del film hizo que tuviera que dirigir aún otro western más que fue incluido dentro de "La trilogía de la muerte", éste fue el fallido ¡Agáchate maldito! (Once Upon a Time... The Revolution), uno de los fracasos dentro de la carrera del director. El cierre de la trilogía lo comanda Érase una vez América (Once Upon a Time In America), una de las mejores películas de temática gángster.

El film es una elegía, una oda al western, llama la atención la mezcla de sensaciones que nos transmite combinando una extrema crudeza con una sensibilidad inusual para un film del género. Se nota mucho la influencia de Kurosawa sobre todo por su ritmo pausado y contemplativo, también por el gran tamaño de sus planos y los sentimientos que hacen mover a los personajes en la historia. Hasta que llegó su hora es una historia de venganza, esta vez el director abandona la codicia como elemento fundamental para hacer que camine la historia y se fija en valores mucho más profundos como el honor, la palabra dada y el respeto.

Quizás el mejor western de la historia, en él se respira muerte y pólvora a partes iguales, ¿Qué opináis vosotros?

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