“Las misteriosas tierras yermas
- desoladas, sembradas de cantos rodados, barridas por el viento-
repletas de espacios ilimitados situados en la cima del mundo.”
Nanuk el esquimal
Donde muchos ven un problema sin solución, algunos otros encuentran una oportunidad única. Robert Flaherty, ingeniero de minas estadounidense, observaba atónito como ardían sus diez kilómetros de película que había acumulado tras convivir durante casi dos años con una tribu inuit del norte de Canadá.
Años antes, en 1913, William Mackenzie, magnate ferroviario canadiense, le contrató para viajar al norte del Quebec, a la Bahía Hudson, para explorar la existencia de hierro en la zona. A la vuelta de su tercer viaje, Flaherty mostró diversas fotografías de las tribus que habitaban la zona, especialmente una tribu inuit encabezada por Allakariallak, un esquimal con el que estrechó lazos y forjaron una fuerte amistad. Este hecho llamó tanto la atención a Mackenzie que le animó a llevarse con él un cinematógrafo, así podría regresar con una gran cantidad de material en movimiento a su vuelta a Toronto.
Un año más tarde regresó con miles de metros de película con la intención de editarla e intentar promoverla por la ciudad, sin embargo, una colilla mal apagada incendió toda la película y el estudio en el que Flaherty estaba trabajando. Así pues, a principios de 1919, Robert Flaherty se encontraba ante una pila de celuloide chamuscado que se había convertido en el centro de su vida durante al menos los tres años previos al accidente. No obstante, Flaherty no estaba del todo contento con el material desaparecido, pronto le vio muchos fallos en el planteamiento y en las tomas que había recopilado, tornando la decepción en esperanza, la catástrofe en un nuevo reto, las llamas que destruyeron su anterior trabajo se convirtieron en el fuego que alimentó el nuevo proyecto de Flaherty.
A finales de 1919 logró encontrar la financiación para su nuevo film de la mano de una peletera francesa llamada Revillon Frères. A principios del 20, con poco más que un trípode, incontables latas de película, una cámara y muchos abrigos, Flaherty volvió a la Bahía Hudson para rodar Nanuk el esquimal. Poco le costó hacerles entender a los inuits que tipo de trabajo estaba haciendo, en gran medida porque la esposa de Nanuk en la película era en realidad la amante esquimal de Flaherty, la cual hizo de intérprete la mayor parte del tiempo. El rodaje duró un año entero, exactamente desde el agosto de 1920 hasta el siguiente. Flaherty convivió con ellos poco más de un año, imbuyénduse en su cultura, perfeccionando sus conocimientos con la lengua y lo más importante, conociendo a las personas que vivían en tan recóndito lugar.
Al regresar a Toronto, Flaherty inició la edición del film junto con su compañero Charles Gelb, con el reto de hacer una película comprensible y accesible para el mundo occidental. En aquel entonces existían muchas películas “documentales” que se proyectaban como antesala de cualquier película con razón de mostrar al primer mundo como eran los parajes de la Polinesia, el Caribe, el desierto del Sahara o las playas de Río de Janeiro. Estas películas tuvieron un éxito volátil y pasaron a ser un complemento de otros films, sin embargo se continuaron utilizando como publicidad para los viajeros, así como proto-spots publicitarios. La principal baza de Flaherty residía en la figura de Nanuk, que haría de maestro de ceremonias ante las diversas situaciones en las que se vería envuelto, obviamente entre el marco de una historia simple y lineal que nos mostraría las condiciones de vida en las que vivían los inuit bajo el martillo de un clima inclemente.
Cabe destacar que el estreno no fue el deseado, que seguramente Flaherty hubiera preferido un mejor trato y que Nanuk llegó a los cines por la puerta de atrás. En los carteles se leía El mimado de la abuelita (Grandma’s Boy), la última película de la superestrella de aquel entonces, Harold Lloyd. En pequeñito, podía leerse Nanuk el esquimal como película “complemento” o telonera de la Lloyd. Cierto, el film no tuvo mucho éxito en Norteamérica y tuvieron que esperar un año más para recoger los frutos de su éxito. Pathé, productora y distribuidora capital en tierras francesas, se encargó de distribuir el film a lo largo y lo ancho del viejo continente. Obviamente triunfó en Francia (todo lo que no le gusta al mundo, le gusta a los franceses), hecho que culminó con la conversión de Flaherty a director de cine y lo más importante, nació un nuevo concepto cinematográfico; el documental.
Nanuk el esquimal está considerado como el primer documental de la historia del cine, sin embargo, Flaherty reconoció que la mayor parte de la película estaba “ficcionada” de antemano. Es cierto que Nanuk (o Allakariallak) era un esquimal y que todos los vemos en pantalla eran parte de su tribu, sin embargo, el director quiso elaborar las situaciones de antemano por el bien de su película. Por poner un ejemplo, mejor dicho, el típico ejemplo, el igloo que construyen los inuits es completamente real, sin embargo, se construyó otro a la mitad para que Flaherty pudiera introducir la cámara y rodar el interior. Otro ejemplo es el momento en el que no pueden volver al poblado por causa de una terrible nevada y se encuentran (casualmente) un igloo abandonado en medio de la tundra, no hace falta decir que estaba planeado de antemano. Dicho esto, se llega a la conclusión de que más que un documental que muestra la realidad desde un punto de vista objetivo y neutral, Flaherty realizó lo que hoy se puede entender como un docudrama, un documental ficcionado basado en un guión previamente escrito.
Ello no quita que la película sea un documento histórico de valor incalculable, de hecho está considerada como un documento etnográfico sobre los inuits. Esto quiere decir que, aunque Flaherty elaborara las situaciones y las enmarcara dentro de una historia, el director quiso mostrar el estilo de vida de la tribu de una manera veraz, enseñándonos la forma en la que cazan a las morsas, de que se alimentan, como subsisten en tan inhóspito y crudo lugar bajo unas despiadadas condiciones meteorológicas. “Mis intenciones eran mostrar el antiguo carácter majestuosos de estas personas mientras fuera posible, antes de que el hombre blanco destruyera no sólo su cultura, sino también el pueblo mismo.”, Flaherty dixit.
Nuestro protagonista, Nanuk (significa “oso” en la lengua inuktitut), gran cazador y líder de su tribu, cayó en gracia a la mayor parte del público occidental contra todo pronóstico. Esto se debe al concepto del “buen salvaje”, es decir, si nuestro protagonista es un personaje que está obligado a cazar para dar de comer a su familia, resistir unas temperaturas inhumanas y vivir una vida itinerante para sobrevivir, se le podría considerar un “buen salvaje” (concepto muy occidental y refinado). Curiosamente, hay una historia muy similar a la de Nanuk que ocurrió a finales del XIX y principios del XX en la estepa rusa. La novela fue escrita por Vladimir Arséniev (explorador ruso) basándose en sus propias vivencias con un nómada de la tribu china Hezhen llamado Dersu Uzala (también título de la novela). En ella se narran la historia en la cual Arséniev forjó una gran amistad con Dersu que perduró hasta su muerte. Kurosawa fue el encargado de llevarla al cine en 1975, película que recomiendo insistentemente y que guarda muchos paralelismos con Nanuk.
Finalmente, Flaherty fue contratado por la Paramount para seguir dirigiendo documentales aunque ninguno tuvo el éxito ni el reconocimiento que el de Nanuk. Su estela se fue difuminando dentro de la industria de Hollywood, poco se puede rescatar más que algún que otro título perdido como Moana (1926), película que trata sobre una tribu de la Polinesia o la colaboración con F. W. Murnau en Tabú (1931), la cual produjo y escribió junto con el genio alemán. Nanuk el esquimal es una obra capital dentro de la historia del celuloide, tan esencial e importante que significa el punto de partida del género documental, incluso creo recordar que alguna vez leí que la definieron como "El ciudadano Kane del documental". Nanuk transmite sensaciones únicas a partir de la crudeza de sus imágenes, del desapacible lugar al que nos transporta, pero sobre todo me sorprende la fuerza que mantiene aún siendo tan y tan antigua. Es un billete hacia el pasado, un billete hacia un lugar en el que nunca habréis estado, un billete hacia un lugar en el que nunca más se podrá estar.
Tia Mak.
Nanuk el esquimal
1 comentario:
Excelente artículo. Tendrán la ficha? Saludos desde México.
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