martes, 26 de enero de 2010

Crónicas de Tannhäuser: Vértigo, de entre los muertos.

Scottie, ¿Crees que una persona del pasado, un muerto,
puede llegar a tomar posesión de un ser viviente?

Gavin Elster, Vértigo.

Vértigo fue una película fallida, cubrió gastos, nada más.” Estas fueron las palabras de Hitchcock que François Truffaut recopiló en la serie de entrevistas aunadas en el libro El cine según Hitchcock (o conocido también como el Hitchcock/Truffaut). Truffaut en cambio mostró una gran admiración por este film y así se lo hizo notar a Hitchcock destacando el tema de la necrofilia, el erotismo y la gran adaptación de la novela de Boileau y Narcejac.

Justamente de eso me gustaría hablaros hoy e intentaré no dejarme nada en el tintero ya que Vértigo está repleta de detalles interesantes y que dejaron una profunda huella en la historia del celuloide, en realidad se podría escribir un libro entero sobre esta película.

Nos situamos en 1954; Boileau y Narcejac escribieron una novela titulada De entre los muertos justamente para que Hitchcock la realizara. Anteriormente habían colaborado en varios proyectos cinematográficos entre los cuales destaca el film de Las diabólicas de Henri-Georges Clouzot (también tendrá un lugar en esta sección). La construcción de las dos obras era idéntica, no obstante, Hitchcock decidió darle un toque mucho más contemplativo en el aspecto visual.

La estructura del guión constaba de dos partes claramente diferenciadas; en la primera descubrimos a Scottie (James Stewart), un ex detective privado que sufre de vértigo y carga con la culpa de la muerte de un policía durante una persecución sobre las azoteas de varios edificios. Scottie, impedido por su acrofobia, no pudo socorrer al policía y este acabó cayendo al vacío. Tras ello es contratado para investigar a Madeleine (Kim Novak), esposa de un antiguo conocido suyo que parece estar siendo poseída por un espíritu. Scottie acaba por enamorarse de ella hasta que ésta finalmente muere al precipitarse desde lo alto de un campanario.


La segunda parte de la historia se basa en la relación que mantiene Scottie con Judy (también Kim Novak), una chica idéntica a Madeleine. Scottie, obsesionado aún por la muerte de Madeleine, transformará a Judy hasta convertirla en un calco perfecto de la anterior y acabará descubriendo que son las misma persona.


Aunque no fuera una sus películas favoritas, Hitchcock nos sorprende al dotar de una profundidad inusual a los personajes, en especial a Scottie, traumatizado y anclado por su fobia a las alturas a la cual se suma la posterior obsesión por Madeleine. La inquietante voluntad de Scottie por recrear una imagen sexual imposible embarcará al personaje en un extraño viaje entre la perturbación y la necrofilia, Hitchock dijo: “Para decirlo de manera sencilla, este hombre quiere acostarse con una muerta”. Aprovecho para destacar la colaboración de Saul Bass tanto en la secuencia de créditos (mítica), como en las protopsicodélicas imágenes de los sueños de Scottie, estas últimas fueron las primeras secuencias hechas íntegramente por ordenador en la historia del cine.



El director sostuvo que la atracción constante entre ambos personajes debía de ser un pilar en el film catalogándolo de “sexopsicológico”, eso podemos verlo en la escena en la que Scottie descubre a Madeleine en el restaurante y como va siguiéndola por toda la ciudad, sin duda una de las mejores secuencias voyeuristas de la historia del cine. Esta misma escena guarda muchos secretos como por ejemplo el uso de filtros en la óptica de la cámara para dotar a la imagen de una apariencia onírica y fantasiosa como también la impresionante fotografía impresionista de Robert Burks en la escena del restaurante, donde se aprecia un aumento en la intensidad de las luces del local a medida que Madeleine camina frente a ellas.

Hitchcock parece introducir sus manos en nuestras entrañas y revolver todo lo que tenemos adentro, para ello siempre utiliza elementos freudianos mediante un brillante uso de los símbolos y de las relaciones entre los personajes. Debemos fijarnos de nuevo en la escena anterior, la cual nos avanza lo que sucederá durante el transcurso de la película mostrándonos incluso un campanario casi idéntico al del desenlace del film. También destaca el uso de los colores verde y amarillo, sobre todo el de las flores amarillas (floristería, cementerio) que representan la muerte de Madeleine, sin olvidar que su melena rubia esta recogida en un moño que toma la misma forma que una de esas flores. El uso de espejos tampoco pasa desapercibido, acentuándonos así la dualidad del personaje.



Por último no hay que olvidar el nuevo recurso que Hitchcock se sacó de la manga, el trombone shot. Ya intentó usarlo en el rodaje de Rebecca pero le fue imposible al no disponer de ninguna dolly. Actualmente es un recurso muy utilizado en todos los campos y consta de unir un travelling hacia atrás con un zoom hacia adelante. El efecto se utiliza para simular el efecto del vértigo de Scottie.


Volviendo al inicio, cuando Vértigo se estrenó en 1958 no obtuvo grandes beneficios, sin embargo, hoy es uno de los máximos exponentes dentro de la amplísima filmografía del director británico. Una película extraña y perturbadora que nos lleva por senderos por los cuales muchos de nosotros no querríamos encaminarnos, sin duda alguna Vértigo es un film eternamente recomendable.

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