domingo, 28 de marzo de 2010

100 años de Akira Kurosawa: El joven Akira (I)

“Crear y contar es maravilloso”

Akira Kurosawa


Akira fue el séptimo hijo de Isamu y Shima Kurosawa, nació el 23 de marzo de 1910 en el distrito de Omori en Tokio. Su madre, Shima, procedía de una familia de comerciantes de Osaka, fue una mujer que lo dio todo por sus hijos y su marido. Isamu, el padre, dirigía un instituto del ejército japonés en Tokio y era descendiente de una antigua línea de samuráis.

En la escuela tuvo fama de niño llorón y travieso, allí conoció a Keinosuke Uekusa, futuro guionista que colaboraría con él en varias películas (La más bella, El ángel borracho). Su infancia se vio marcada por la influencia de dos figuras, la de su padre y la de su hermano mayor Heigo. Su padre, Isamu, representaba la tradición y los valores del Japón antiguo, gracias a él, Akira empezó a mostrar interés en el kendo (arte marcial que se basa en la lucha con sables de bambú o madera) y en el mundo militar, desde las antiguas historias de luchas entre clanes del Japón medieval hasta las historias de antiguos samuráis solitarios que vagaban por los antiguos caminos del país del Sol naciente.

Heigo
, sin embargo, representaba todo lo contrario. Su hermano mayor era un admirador de la cultura occidental, además de ser un gran aficionado al cine y un exitoso estudiante. El amor de Heigo por el séptimo arte le llevó a trabajar en varias salas de cine de Tokio actuando como benshi. El benshi en Japón era lo que se puede entender como explicador (España) o bonimenteur (Francia), es decir, una persona que se dedicaba a explicar lo que sucedía en la pantalla para facilitar la comprensión del público. Akira, emulando a su hermano, se convirtió en un devorador de cine. Durante esta época descubrió y se enamoró de Renoir, John Ford, Dreyer y Fritz Lang.

Desgraciadamente con la llegada del sonido, Heigo vio peligrar su trabajo, lo que le llevó a organizar una serie de huelgas y manifestaciones. Akira, por aquel entonces, se sumó a la lucha que había emprendido su hermano escribiendo artículos en varios periódicos estudiantiles, aunque su talento no relucía precisamente dentro del terreno periodístico sino con la pintura, hecho que le llevó directamente hacia la universidad de bellas artes de Tokio bajo la tutela de un profesor de su escuela.


Heigo se suicidó tras el fracaso en las huelgas poco después de que Akira cumpliera los veinte años de edad
(1930). Esto hizo que Akira quedara como el único hijo varón de la familia y provocó que entrara en una profunda depresión. Las dudas y las inseguridades atacaron al joven Kurosawa hasta plantearse si realmente tenía talento como para ser pintor. Esto último le motivó para que probara en distintas ramas del arte como en la literatura, el teatro o la música, sin embargo, no tuvo éxito en ninguna.


Cinco años después (1935) se enteró de la existencia de un programa de aprendices de director llevado desde Toho; uno de los estudios de cine más grandes de Japón. Esta fue sin duda la mejor decisión de toda su vida ya que nada más entrar tardó poco tiempo en convertirse en el ayudante de dirección habitual de Kajirô Yamamoto, el cual llamaría cariñosamente Yama-san y consideraría como su gran maestro y mentor. Posteriormente dijo: “Me había dedicado a la pintura, a la literatura, al teatro, a la música, al fin y al cabo, me había quebrado la cabeza con todas las materias que reúne el cine.”


Su ascenso hacia la dirección se consumó en 1941 cuando tuvo la oportunidad de rodar varias escenas de la película Uma (1941), dirigida por Yamamoto. Su buen hacer tras las cámaras se vio recompensado dos años más tarde cuando adaptó la novela de Tsuneo Tomita, lo que sería su ópera prima, La leyenda del gran judo (1943). Kurosawa se convirtió en el director de moda japonés gracias a su manera de dirigir a los actores y por sus movimientos de cámara que dejaban adivinar sus influencias americanas y europeas en su cine.

La leyenda del gran judo (1943)

Su éxito provocó que durante la guerra tuviera que dirigir varias películas propagandísticas como La más bella (1944) o la secuela de su ópera prima, La nueva leyenda del gran judo (1945). La primera hacía hincapié en la importancia del papel de la mujer durante el conflicto y la segunda mostraba la superioridad de la cultura japonesa frente a la americana mediante la lucha de un judoka frente a un boxeador, obviamente, el primero sale victorioso. Entre estos dos films encontramos una pequeña joya, un mediometraje llamado Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (1945). Este film está basado en una antigua leyenda japonesa (un kabuki llamado Kanjincho) ubicada en el Japón feudal. Digamos que este es el primer contacto del joven director con las películas de época. Desgraciadamente estuvo prohibido fuera de Japón por las fuerzas aliadas por la ostentación que hace de los valores feudales hasta 1952.

A partir de este momento siempre variará sus producciones entre las de época y las actuales, algo muy significativo si echamos la mirada hacia atrás y observamos que sus dos figuras más importantes fueron su padre (descendiente de samuráis y de carácter tradicionalista) y su hermano (amante de la cultura occidental y del progreso).

Con el fin de la guerra, Kurosawa se vio liberado de la presión política y no tardó en dirigir varias películas criticando el antiguo régimen del emperador Hirohito. Los que construyen el porvenir (1946), No añoro mi juventud (1946) y Un domingo maravilloso (1947) son tres pruebas de ello. Cómo anécdota, Los que construyen el porvenir fue una película que más tarde repudió e intento excluir de su filmografía a toda costa, de hecho, aún hoy día cuando se cita su filmografía se ignora esa película. Gracias a Un domingo maravilloso pudo conseguir el premio al mejor director en el festival de Mainichi junto con su compañero Keinosuke Uekusa que consiguió el premio al mejor guión. Estos éxitos no dejarían de sucederse en sus posteriores producciones.

En todas estas películas culpa al antiguo régimen de las penurias que se vivieron en la postguerra por culpa de la participación de Japón en el conflicto. Esto hizo que muchos lo catalogaran como director “rojo” por su obsesión con el régimen imperial, cosa que le molestaba porque aunque Kurosawa tenía una gran preocupación sobre los conflictos sociales durante la postguerra, ello no quería decir que apoyara abiertamente al comunismo, de hecho, el siempre negó que lo fuera.


Poco después estrenó tres películas que le consagrarían como el mejor director de Japón y probablemente del continente asiático; la primera es El ángel borracho (1948), el primer film de cine negro de Kurosawa que nos habla sobre la amistad entre un doctor alcohólico y un gángster con tuberculosis. Esta película destaca por ser la primera en la que trabajó con Toshirô Mifune. La dupla entre Mifune y Shimura (otro actor habitual con Kurosawa) fue una de las más exitosas del cine japonés, logrando combinar la bondad y buen hacer de Shimura con esa mezcla de agresividad y atracción que Mifune poseía.

Takashi Shimura y Toshirô Mifune en El ángel borracho (1948)

Las dos películas siguientes también tuvieron a esta dupla como protagonistas; Duelo silencioso (1949) y Perro rabioso (1949). La primera, un fantástico drama sobre un doctor que se contagia accidentalmente por la sífilis a causa de un corte con un bisturí, esto le obliga a cambiar su vida drásticamente. Perro rabioso es el segundo film noir de Kurosawa y trata sobre un policía que ha perdido su revólver, en él quedan seis balas que parecen ser las causantes de una serie de muertes en la ciudad de Tokio.


Estos últimos films son sin duda alguna los mejores de la década de los 40 dentro de su filmografía. Con la llegada de los 50, Kurosawa se establecerá como uno de los directores más importantes del momento, revolucionando el montaje, embarcándose en las producciones más ambiciosas de la historia de Japón e influyendo a los directores más importantes de la época.

4 comentarios:

Lucía dijo...

¡Qué gran entrada, Pablo! Me gusta mucho, es amena de leer y das mucha información (la mayoría desconocida por mí). Sin duda, me han entrado ganas de ver todas las películas que citas de Kurosawa :)

Onetwothree dijo...

Que gran entrada, es la primera vez que aterrizo aquí y visto la calidad y buen gusto no será la última.

Para mí las 5 imprescindibles de este director son Rashomon, Los Siete Samurai, Ikiru, Cielo e Infierno y Ran.

He oído que la Fundación Japón Madrid ha programado un ciclo de conferencias y teatro Noh y la influencia de Kurosawa para la difusión de las mismas.

Un saludo.

Pablo Arias dijo...

Gracias!

Esas cinco películas se tratarán en la siguiente entrega cuando hablemos de los 50.

Sin duda, Kurosawa fue uno de los directores más grandes de la historia.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Como se llama un film de Kurosawa, una pelicula que trata del fin del mundo y al final la gente termina viviendo en aldeas primitivas.

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