El drama resulta un género tan amplio que resulta difícil delimitarlo y, por tanto, definirlo. Todos coincidimos en que temas como la drogadicción, el racismo, la intolerancia religiosa, la pobreza, el crimen o la corrupción son dramáticos. Pero, ¿qué es el drama exactamente? ¿Un cajón de sastre en el que metemos todas aquellas películas que no sean comedia, thriller, terror, acción, ciencia ficción o western?
Os decimos la verdad: no nos sentimos capaces de responder a esta pregunta, pero estamos de acuerdo en una cosa. Por contraposición con la acción, donde el enfrentamiento es físico, en el drama destacan los sentimientos. Además, todas las películas pueden incluir elementos dramáticos, pero si éstos sobresalen, entonces hablamos de drama. En televisión es distinto, clasificamos en drama aquéllo que no es comedia.
¿Os ha quedado un poco más claro? Tranquilos, a nosotros tampoco, pero quizás viendo su evolución histórica consigamos llegar a alguna conclusión.
Desde los inicios del cine y hasta los años 50, los dramas fueron entendidos y proyectados desde el punto de vista pedagógico. Las uvas de la ira (John Ford, 1940), por ejemplo, muestra los efectos de la depresión que asoló Estados Unidos en los treinta. No obstante, ya en estos años se producen dramas románticos como Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939). Antes de ellos, eran los melodramas los que colmaban los cines.
En estos años, el drama se centra fundamentalmente en los personajes. Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950) se centra en las relaciones entre hombres y mujeres y Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) en la angustia de ser adolescente. En Asia, algunos de los dramas más destacados se dan en estos años, como Tokyo Story (Yasujiro Ozu, 1953) o Los siete samuráis (Akira Kurosawa, 1950).
Durante los sesenta, destacan los dramas bélicos como El juicio de Nuremberg (Stanley Kramer, 1961) o El mensajero del miedo (John Frankenheimer, 1962). En la siguiente década, la de los setenta, es en la que empiezan a sobresalir los nombres de los grandes directores actuales: Francis Ford Coppola con El Padrino (1972), Martin Scorsese con Taxi Driver (1976) y Malas calles (1973).
Sylvester Stallone, además, creó el drama deportivo con más éxito de la historia, Rocky (1976). También la guerra recobra su protagonismo en la gran pantalla con títulos como Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) o Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979).
Los ochenta son años en los que, precisamente, se reactiva el componente emocional de los filmes dramáticos, como ocurre en El color púrpura (Steven Spielberg, 1985). Aún así, los temas bélicos se mantienen en la cartelera y se realizan producciones como Platoon (Oliver Stone, 1986). También se producen romances como el de Oficial y caballero (Taylor Hackford, 1982).
La década de los noventa sirve para que se produzcan dramas de todo tipo con títulos conocidos por todos como La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993), Philadelphia (Jonathan Demme, 1993), Leyendas de pasión (Edward Zwick, 1994), Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995), Sentido y Sensibilidad (Ang Lee, 1995) El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) o American Beauty (Sam Mendes, 1999), entre muchos, muchísimos otros. Sin duda, una década que permanece en nuestra memoria y que marcó a toda una generación.
En los últimos diez años, se han puesto muy de moda los biopics o películas biográficas con producciones tales como Pollock (Ed Harris, 2000), Ali (Michael Mann, 2001), Frida (Julie Taymor, 2002), Ray (Taylor Hackford, 2004) o Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008). Además, el drama se introduce en películas épicas como Gladiator (Ridley Scott, 2000) y otras bélicas como Pearl Harbor (Michael Bay, 2001) y, aunque los dramas románticos parecen haber decaído últimamente, títulos como Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) consiguen traer aire fresco al género.
Como podéis ver, no nos equivocábamos al principio. El drama es uno de los géneros cinematográficos más extensos y más difíciles de delimitar, por eso esta semana, más que nunca, os pedimos paciencia. Por supuesto, aceptaremos todas vuestras sugerencias.
En los últimos diez años, se han puesto muy de moda los biopics o películas biográficas con producciones tales como Pollock (Ed Harris, 2000), Ali (Michael Mann, 2001), Frida (Julie Taymor, 2002), Ray (Taylor Hackford, 2004) o Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008). Además, el drama se introduce en películas épicas como Gladiator (Ridley Scott, 2000) y otras bélicas como Pearl Harbor (Michael Bay, 2001) y, aunque los dramas románticos parecen haber decaído últimamente, títulos como Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) consiguen traer aire fresco al género.
Como podéis ver, no nos equivocábamos al principio. El drama es uno de los géneros cinematográficos más extensos y más difíciles de delimitar, por eso esta semana, más que nunca, os pedimos paciencia. Por supuesto, aceptaremos todas vuestras sugerencias.
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